... indiscreta (X).
Capítulo Final.
Estrechaba su cuerpo desde el fondo del sofá soportando su peso, pero apenas tenía libertad de movimiento. Ella marcaba el ritmo de la penetración y él sólo podía transigir, adaptarse a la postura, aceptar su papel e interpretarlo tratando de aportar algo que la sorprendiera. Las pieles de ambos se rozaban, se frotaban sin rubor. Las chispas de esa fricción se extinguían en el sudor que brotaba por sus poros abiertos como sus piernas, su boca y su sexo. Los dos se fusionaban en líquido resbaladizo.
Con un brazo cruzado sobre su cuerpo, alternaba en sus pechos apretándolos hasta repuntar sus pezones. La otra mano descendía por la vertical de su ombligo siguiendo el camino marcado por pequeñas gotas de transpiración. Sus dedos franquearon la meseta del pubis y alcanzaron el capuchón sobre el que su clítoris palpitaba por el impulso interno de su pene. Ella se contuvo reduciendo las revoluciones de su cadera a la pausa activa de una cámara super lenta. Cada centímetro que recibía era pura estimulación.
Se puso en pie liberándole de su carga y le hizo un gesto para que también se levantara. Él, una vez más, obedeció. Cuando lo tuvo frente a ella, le agarró de la polla y tiró de él detrás de sus pasos felinos guiándole hacia el interior de la casa, perdiéndose tras los muros y dejando la luz del salón prendida. El decorado quedó desnudo. Sin los actores, pero con su ropa por medio, cojines desperdigados y el espectro del sexo saludando a la audiencia bajo el foco en que la noche exterior había puesto a aquella ventana.
En la fachada de enfrente, una luz tenue, una sombra en el umbral, una mirada indiscreta, unos ojos en blanco, un deseo contenido, un placer redescubierto, un voyeur fidelizado, un vicio nuevo, una curiosidad, una ilusión.
En el hilo sonaba Keira Knightley