El cliente

... habitual (VIII).


Capítulo 8.

Le quitó el cinturón, le desabrochó el pantalón y lo dejó caer al suelo mientras él trataba de alcanzarla estirando los brazos hacia atrás. Se puso en cuclillas y fue acariciando sus piernas de abajo hacia arriba. Al llegar a la ropa interior, primero pasó las manos por encima apretando su trasero y después volvió a abrazarle desde atrás presionando su pene sobre el calzoncillo. Seguía duro y contenido allí adentro. Se dio la vuelta para ponerse frente a él a cierta distancia y comenzó a desabrocharse los enganches del liguero. Le obligó a sentarse de nuevo en el sillón, le puso el pie derecho en el paquete y se fue bajando lentamente la media de la misma pierna hasta quitársela. Repitió la operación con la izquierda asegurándose de apretarle bien con el pie en la entrepierna. Después, se abrió de un chasquido el sujetador y descubrió sus pechos, tersos, redondos, perfectos. Se giró dándole la espalda, se puso las manos a ambos lados de su cadera y se bajó el tanga despacio dejando que él se recreara en los recovecos de su cuerpo y maldijera la pobre iluminación de la habitación.

Él estaba tan excitado que la polla le asomaba por encima de la goma de los boxer. Ella tenía la piel perfecta, pálida y limpia como le gustaba, sin lunares, ni marcas, ni tatuajes. Era raro encontrar una chica que no hubiera marcado su cuerpo con algún tribal absurdo, un atrapasueños, una mano de Fátima, la foto de su mascota pasada a mejor vida o el nombre de su padre dentro de una enredadera con flores y espinas. Le causaba rechazo todo aquello, sin embargo ella no tenía ni un rasguño. Era delgada, pero no parecía flácida. No tenía el cuerpo bronceado, ni señales de pasar tiempo tumbada tomando el sol. Tenía el pubis totalmente depilado, pero una pelusilla fina y rubia le cubría los muslos y los antebrazos. Lo poco que había podido palpar hasta el momento le tenía completamente seducido. Estaba deseando avanzar aquel contacto. Se puso en pie siguiendo sus indicaciones y entró en el baño. Ella abrió la ducha y se aseguró la temperatura ideal del agua. Él se quitó los calzoncillos y se juntó a ella todo lo que pudo haciendo chocar su pene con el vientre de ella y poniendo las dos manos en su espalda. Comprobar al fin aquella suavidad se la puso aún más dura. Esa chica le tenía fascinado tras su máscara inamovible.


En el hilo sonaban Foals

2 comentarios:

  1. Una sesión que cesta placentera bajo una lluvia ideal mojando sun más sus excitados cuerpos.
    Saludos.

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    1. Qué sobrevalorado está el calor bajo la ducha. Uno aprecia más las comodidades de otras localizaciones. ;)
      Muchas gracias!

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