El despertar

... de la mente (XII).



Capítulo Final.

El marinero estaba entregado a su boca y se movía adelante y atrás con contundencia. Apoyó las manos en su garganta y empujó con fuerza hasta hacerla sentir un reflejo involuntario. La saliva le salía a borbotones haciendo relucir la polla del marinero y rebosando por sus comisuras. Ella notaba que escuchar sus gemidos le mantenía con la sangre en ebullición.

Ese calor era lava fluyendo de su coño gracias a los movimientos de la lengua de la camarera y a sus dedos que no paraban de resbalar dentro de su vagina meneándose arriba y abajo, flexionándose y estirándose en su interior, obligándola a expresarse con prominentes gemidos ahogados por las embestidas del marinero.

La humedad crecía tanto que las sábanas estaban empapadas en una mezcla de salivas y fluidos. El hombre empujaba con tal fuerza su boca que ella sentía sus testículos golpear su cara con cada acometida. De pronto lanzó un fuerte gruñido y ella sintió el líquido caliente llenándole la boca y rebosando por sus bordes. Esa sensación hinchó todavía más su clítoris y extendió abriendo aún más sus piernas que empezaron a temblar con leves espasmos de sus rodillas. El temblequeo se extendía desde su coño hasta la punta de los dedos de sus pies y volvía hacia arriba recorriendo su vientre hasta el centro de su pecho y sobre todo, dentro de su cabeza. ¡Qué estallido!

Abrió los ojos levemente para volver a reconocerse y encontrarse en su cuarto, sola, desnuda y completamente relajada. El espejo reflejaba su cuerpo atravesado en la cama coronado por sus pezones todavía duros, su entrepierna empapada y sus dedos impregnados de su olor. La luz de la mañana evaporaba un perfume inconfundible por su habitación, como un hálito flotante, una niebla fina en la que podía leerse: "buenos días".


En el hilo sonaba - Imagine Dragons

El despertar

... de la mente (XI).



Capítulo 11.

Mientras ambos rivalizaban por disolverla literalmente ella exploraba el cuerpo del marinero con la máxima curiosidad. Después de besarle bajo el vientre, saborear su polla de la punta a la base y acariciar y lamer con cuidado su escroto, había avanzado por su perineo y se encontraba frente a su ano. Con su miembro bien asido acercó la punta de su lengua al mismo centro a lo que él respondió con un gruñido profundo de placer. De inmediato, se retiró hacia atrás y mirándola entre excitado y sorprendido se cogió la polla para dirigirla a su boca a lo que ella respondió abriéndola de par en par con la lengua fuera.

Era incapaz de concentrarse en un solo placer. Por un lado, la lengua y los dedos de la camarera abriéndola por completo entre sus muslos y por el otro el marinero encendido como un vikingo follándole la boca sin piedad. Abrió los ojos un instante para hacerlos desaparecer y contemplarse en el espejo completamente mojada y abierta acariciándose los alrededores del clítoris con la mano derecha y chupándose a la vez dos dedos de la mano izquierda. Aquella visión de sí misma sobre su cama con la media luz que iluminaba ya toda la habitación la encendió definitivamente. Decidió cerrar los ojos de nuevo y dejarse llevar hasta el final por sus ensoñaciones.


En el hilo sonaba - The Lumineers

El despertar

... de la mente (X).



Capítulo 10.

Aquella figura vista del revés se le ofrecía una y otra vez con pequeñas palpitaciones que la alejaban y acercaban de su cara. La observó moverse un rato más sintiendo las cosquillas que la barba del marinero le hacía por la tripa. Se acercó una mano a la boca y la lamió de arriba a abajo para acto seguido agarrar el miembro del marinero y empezar a moverlo con un ritmo suave pero profundo. Se acercó la punta a la boca y la apretó entre sus labios entreabiertos. Después sacó la lengua y dibujó un círculo alrededor del glande para terminar atrapándolo con sus labios, repasando su lengua por dentro como si de un caramelo se tratase.

Se notaba que el marinero quería seguir horadando su boca pues cada vez que se movía lo hacía con intención de profundizar, pero ella controlaba su miembro bien asido y cuando notaba llegar la arremetida lo liberaba de su boca y simplemente lo recorría con su lengua desde la punta a la base. En uno de esos empujes alcanzó uno de sus testículos, acariciándolo primero con la punta de la nariz, lamiéndolo después, para terminar succionándolo con sumo cuidado mientras no dejaba de mover su mano arriba y abajo.

La camarera y el marinero compartían espacio en su entrepierna y mientras una jugaba con sus dedos dentro de su vagina el otro la rodeaba los labios y besaba su clítoris haciéndola sentir completamente excitada. Aquella figura en su mente la estaba llevando muy cerca de alcanzar el clímax.


En el hilo sonaba - Bruce Springsteen 

El despertar

... de la mente (IX).



Capítulo 9.

La visión y sobre todo la sensación de la camarera abriéndose camino entre sus piernas la tenía completamente entregada pero el marinero no había abandonado la escena. Desnudo también al otro lado de la cama esperaba pacientemente su momento masturbándose lentamente. Ella giró la cabeza buscándole y al verlo preparado extendió el brazo hacia él como queriendo alcanzarle en un claro gesto de invitación.

Él entendió rápidamente las señales y se inclinó para avanzar gateando hacia ella. Con la mano extendida acarició su cara, entremetió sus dedos por su poblada barba y en un arrebato eléctrico, proveniente probablemente de la energía que la camarera estaba demostrando ingles abajo, cerró su mano y tiró de ella hacia abajo provocando el gruñido del marinero. Con sus rostros enfrentados del revés, ella besó primero su frente, luego su nariz y finalmente su boca sintiendo las cosquillas de su barba por toda su cara.

El marinero continuó avanzando por su cuerpo besando su cuello, sus pechos y su vientre sobre su ombligo. Cuanto más descendía él con su boca más le ofrecía su cuerpo a la vez y ella lo iba recorriendo con su aliento y, cuando alcanzaba, también con sus labios y su lengua. Para cuando él alcanzó su pubis ella ya tenía frente a sí la erección impetuosa del marinero.


En el hilo sonaba - Morgan

El despertar

... de la mente (VIII).



Capítulo 8.

La camarera volvía a estar arrodillada en la cama a su lado y la besaba bajo el pecho apretando sus labios. Desde su perspectiva podía ver el final de su espalda arqueada elevarse con cada beso y después la perdía tras el foco de su mirada, intensa y atenta a cualquier estímulo gestual que indicara que el camino que seguía era acertado. Descendía por la línea central de su abdomen besando cada resquicio mientras arañaba suavemente sus costados hacia el hueso de su cadera. Al llegar al pubis sintió como se estremecía pero eso no detuvo su trayectoria que ya era directa hacia el centro de su cuerpo. Acercó su boca entreabierta a su clítoris que asomaba curioso fuera del refugio de su capuchón y le rindió un hálito húmedo y caliente que terminó por revelarlo del todo con la ayuda del empuje de sus manos en su bajo vientre.

Tras ese primer beso sin contacto sintió la calidez de la punta de su lengua y de nuevo la humedad del aliento que dejaba escapar por las comisuras para terminar notando su boca al completo abriendo sus labios y descorchando una mezcla de olores y sabores sublimes. Adoraba sentirse devorada de aquella manera por otra mujer mientras sus dedos le hacían cosquillas en los costados, le acariciaban el vientre y circundaban las aureolas rosadas de sus pechos. Comenzó a sentir un dedo de la otra mano haciendo pequeños círculos en la entrada de su vagina mientras la saliva se unía a su propia humedad interior.


Hilo musical - The Cinematic Orchestra 

El despertar

 ...de la mente (VII).


Capítulo 7.

Cuando sintió liberada su boca de sus propios dedos dejó caer el cuello hacia atrás y giró la cabeza para buscar los labios del marinero que la estaban esperando agazapados bajo su espesa barba. Sus lenguas empezaron a enredarse en una lucha de poder en la que el dominio cambiaba de boca entre raspaduras, mordiscos y saliva.

Por delante, la camarera alternaba en su pecho acariciándolo, succionando y apresando levemente sus pezones entre sus labios mientras surcaba con sus dedos el vello de su entrepierna. Otro frente abierto en la batalla de placer en la que había convertido su mañana.

Cada vez que abría los ojos se encontraba sola, desnuda, de rodillas en su cama frente a la luz creciente que las cortinas de su ventana ya no alcanzaban a contener. El reflejo del espejo le devolvía una imagen cada vez más ardiente de sí misma. Se dejó caer totalmente hacia atrás apoyando su espalda en la cama y volvió a cerrar los ojos para continuar dejándose llevar.


Hilo musical - U2

El despertar

 ...de la mente (VI).



Capítulo 6.

Esta no era la primera vez que proyectaba sus ensoñaciones. El tiempo y la falta de práctica no habían apagado sus ganas de sentir pero la mayor parte de las veces le había vencido la apatía. No había ninguna persona que la motivara o la hiciera intrigarse lo más mínimo por plantearse algo más y, la verdad, tampoco necesitaba de nadie para descargar su tensión cada vez que se despertaba con ganas. Y esa mañana se estaba desperezando a base de bien.

Cruzó ambas manos por debajo de la cintura y se quitó la camiseta por la cabeza con un gesto rápido quedando por fin totalmente desnuda. Intuyó fugazmente el reflejo de su cuerpo en el cristal de la ventana por un resquicio de la cortina y se giró para observarse mejor en el espejo de pie que tenía cerca de la puerta de su habitación. El cambio de temperatura erizaba su vello al paso de sus dedos que ascendían apenas rozando los costados desde los huesos marcados de su cadera. Su propia mirada recorría también su piel, blanca y salpicada de pequeños lunares por el pecho, las grandes aureolas circundando sus pezones rígidos y exultantes, sus senos redondeados, su cintura estrecha y el vello sin perfilar en pubis y axilas. Se gustaba y quería disfrutarse.

Volvió a cerrar los ojos y a sentir tras ella el cuerpo del marinero. Sus manos recias bajaron del cuello a su pecho amasándolo con firmeza y pellizcando sutilmente sus pezones. También estaba la camarera, desnuda y erguida ahora frente a ella acercaba su boca rosa a la suya con intención de poner ambas en contacto. Le cogió la mano y se pasó dos dedos suavemente sobre los labios hasta que consiguió abrirse paso con ellos dentro de su boca, humedeciéndolos con la lengua y su saliva calientes.


Hilo musical - Ben Howard 

El despertar

 ... de la mente (V).


Capítulo 5.

En su mente se dibujaban los trazos que sus dedos contorneaban cada vez con más agilidad. Imaginaba las manos grandes de aquel hombre de profunda y perfilada barba negra que se le había quedado mirando sin disimulo unas tardes atrás en la terraza del hotel kimera. Visualizaba su cuerpo como el de un leñador, un bombero o un marinero de anuncio de perfume, fuerte, duro, tonificado y sentía sus manos aferrándose a su cuello, dominando su respiración.

Al mismo tiempo notaba el aire transitar como un aliento por debajo de su ombligo y los matices de la fragancia de la camarera que le había servido aquella misma tarde un Earl Grey humeante. No pudo evitar fijarse en su cuello blanquísimo, en su boca rosada y en la fina línea de su barbilla cuando se acercó para añadir una nube de leche en su té haciendo llegar ese aroma que ahora volvía a su cabeza.

En el espejismo de su pensamiento el marinero se situaba tras ella, en su misma postura, abarcándola con todo su cuerpo. Podía sentir sus piernas a ambos lados, sus manos retirándole el pelo y agarrando su cuello y una más que evidente erección que le rozaba el final de la espalda.

La camarera estaba frente a ella, en cuclillas al borde de la cama, besando dulcemente su vientre y calentando con cada exhalación la piel bajo el límite de su camiseta.


Hilo musical - Depedro

El despertar

 ...de la mente (IV).


Capítulo 4.

El contraluz desde la puerta era una foto para admirar. Un haz de luz enmarcado por la ventana e interrumpido por la silueta de su cuerpo en negro cubierto solo con la fina camiseta blanca de su pijama que caía suelta hasta su cintura desde dos marcados puntos en su pecho.

Respiró profundamente haciendo consciencia de su cuerpo. Extendió los brazos hacia arriba con las manos juntas para abrirlos a continuación hacia cada lado y hacia atrás estirándose hacia los extremos, sacando el pecho hacia afuera y ladeando ligeramente la cabeza. El día se desperezaba, como ella, en un cielo azul enverdecido que se iba aclarando por minutos.

Se pasó la mano derecha por el cuello desde detrás de la oreja hacia la nuca enredando los dedos en su pelo. La izquierda movía los dedos como espigas de trigo mecidas por un aire suave por encima de la camiseta.

Mantenía los ojos cerrados, la cabeza inclinada y una medio sonrisa que tenía bien practicada frente al espejo. Para esquivar la sensación de frío de la habitación se centró en la leve percepción de calor que proyectaba el haz de luz y trató de extenderla por su cuerpo a través de la respiración. Aspirando el aire por la nariz se elevó ligeramente moviendo su cadera hacia delante y al soltarlo por la boca se dejó caer con levedad hasta quedar sentada de rodillas piel con piel sobre sus propias piernas.

Y repitió la operación. Aspiró elevándose...; espiró bajando...

Sus manos y sus dedos seguían acariciando su cuello y su vientre de forma cada vez más profunda.


Hilo musical - Jack Malik (Yesterday film)  

El despertar

 ... de la mente (III).


Capítulo 3.

Sin el nudo en la cintura la goma del pantalón quedaba suspendida entre los huesos de su cadera abriendo un hueco ombligo abajo por el que su mano derecha se deslizaba lentamente como un fino guante de seda. Llegó hasta el final del pubis acariciándose despacio y regresó hacia arriba surcando su vello y estirando la piel suavemente.

Mientras tanto su mano izquierda ya encontraba el punto exacto sobre el que posarse con suavidad al empezar a marcarse sus pezones bajo la camiseta del pijama. No podía verlo al mantener los ojos cerrados pero podía sentirlo sin lugar a confusión. Su respiración empezaba a ser menos calmada y el calor bajo las sábanas era ya un microclima que le invitaba a deshacerse de la ropa.

Con un movimiento rápido de las piernas se deshizo de las sábanas, elevó la cadera y en el mismo gesto se quitó el pantalón del pijama y la braguita morada que llevaba debajo. De un salto se puso de rodillas sobre la cama, ligeramente inclinada y de cara a la ventana. Trató de mirar hacia afuera a través de las cortinas y después bajó la mirada para observar su cuerpo, vestido solo con la camiseta del pijama e iluminado en el haz de los primeros rayos de la mañana que iban conquistando paulatinamente la oscuridad de su habitación.


Hilo musical - Leiva & Tulsa

El despertar

 ... de la mente (II).


Capítulo 2.

Despertó con la incómoda sensación de hacerse pis pero era Domingo y se resistía a levantarse de la cama tan temprano. La claridad quería hacerse hueco en su habitación a través de las cortinas así que decidió levantarse para ir al baño y volver a meterse en la cama rápidamente antes de terminar de desvelarse por completo.

De vuelta en la habitación corrió bien las cortinas tratando de tapar el acceso de la luz y se metió de un salto en la cama que aún permanecía caliente. Apretó los ojos con fuerza y se giró dando la espalda a la ventana tratando de concentrarse en su respiración pero, a pesar de su esfuerzo, no era capaz de recuperar la profundidad del sueño. Se giró de nuevo quedando boca arriba y tiró de la sábana para evitar cualquier fuga del calor que había generado con su cuerpo. El tiempo había cambiado y sentía la habitación más fría fuera del resguardo de su nórdico. Seguía con los ojos cerrados, respirando tranquila, sintiendo el agradable calorcito y pensando en el placer que le daban esas pequeñas cosas, esos minutos de remoloneo.

Comenzó a acariciarse el vientre con el dedo índice de la mano izquierda haciendo un pequeño círculo por el contorno de su ombligo. Poco a poco fue alargando la circunferencia hasta que el dedo empezó a encontrarse con la goma del pantalón de su pijama. Repitió el recorrido un par de veces hasta que el dedo traspasó el límite de la goma y le dio un pellizco en la piel que le hizo soltar un respingo y esbozar una media sonrisa picarona.

Con los ojos aún cerrados cambió de mano bajando la derecha por debajo de su ombligo pero en lugar de continuar el camino de caricias que llevaba la izquierda esta mano buscó el nudo del pantalón en su cintura y tiró de él suavemente para deshacerlo aflojando así la goma que le estaba dificultando la tarea. Mientras tanto, su mano izquierda no se había quedado quieta y acariciaba suavemente su pecho por encima de la camiseta.


Hilo musical - Club del Rio & Ede

El despertar

 ... de la mente.

1er huésped.


Capítulo 1.

Estaba agotada.

Hacía meses que se había propuesto educar a su cabeza, mantenerse siempre ocupada con rutinas y actividades que desterraran cualquier vestigio de pérdida de tiempo, cualquier sensación vacía que no le fuera útil, cualquier pasividad. Creía haber encontrado al fin un propósito para su vida y se había auto impuesto un ritmo muy alto para tratar de ponerse al día con la persona que quería ser, recuperando a grandes zancadas el tiempo desaprovechado. Así, los Sábados se habían convertido en otro día lectivo y los Domingos preparaba el inicio de la semana con detalle para dar el mil por cien de sí misma desde el Lunes.

La situación de pandemia global beneficiaba a sus objetivos porque evitaba muchas de las distracciones habituales. Los planes fuera de casa se habían reducido a pasear al perro, salir a la compra y a hacer algo de ejercicio para mantener el equilibrio entre cuerpo y mente que tantos otros estaban perdiendo, pero la vida social y el contacto real con la gente lo hacía casi en exclusiva a través de la pantalla del ordenador con la excepción de las personas con las que compartía casa, todos miembros de su propia familia. No dedicaba ni un segundo a nada ni a nadie más. Se había a costumbrado, no lo echaba de menos. Al contrario, sentía pereza solo de pensar en mantener ningún otro tipo de relación, en sentirse en la obligación de dar explicaciones a alguien, ni mucho menos seguir el guion de contarse la vida, fingir especial interés por la del otro..., buf!, sólo de pensarlo empezaba a bostezar y a acurrucarse buscando la postura de su cabeza en la almohada retirando su melena rubia y dejándose llevar en brazos de Morfeo...,

... estaba agotada.


Hilo musical - Guaraná