El despertar

... de la mente (VIII).



Capítulo 8.

La camarera volvía a estar arrodillada en la cama a su lado y la besaba bajo el pecho apretando sus labios. Desde su perspectiva podía ver el final de su espalda arqueada elevarse con cada beso y después la perdía tras el foco de su mirada, intensa y atenta a cualquier estímulo gestual que indicara que el camino que seguía era acertado. Descendía por la línea central de su abdomen besando cada resquicio mientras arañaba suavemente sus costados hacia el hueso de su cadera. Al llegar al pubis sintió como se estremecía pero eso no detuvo su trayectoria que ya era directa hacia el centro de su cuerpo. Acercó su boca entreabierta a su clítoris que asomaba curioso fuera del refugio de su capuchón y le rindió un hálito húmedo y caliente que terminó por revelarlo del todo con la ayuda del empuje de sus manos en su bajo vientre.

Tras ese primer beso sin contacto sintió la calidez de la punta de su lengua y de nuevo la humedad del aliento que dejaba escapar por las comisuras para terminar notando su boca al completo abriendo sus labios y descorchando una mezcla de olores y sabores sublimes. Adoraba sentirse devorada de aquella manera por otra mujer mientras sus dedos le hacían cosquillas en los costados, le acariciaban el vientre y circundaban las aureolas rosadas de sus pechos. Comenzó a sentir un dedo de la otra mano haciendo pequeños círculos en la entrada de su vagina mientras la saliva se unía a su propia humedad interior.


Hilo musical - The Cinematic Orchestra 

2 comentarios:

  1. Una escena de sexo que promete tener más de un orgasmo.
    Saludos.

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    1. Las promesas hay que cumplirlas, es más, es preferible actuar a decir que se va a actuar.
      Muchas gracias!

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