... habitual (XI).
Capítulo 11.
Si algo le había enseñado a Gilbert la experiencia investigando todo tipo de tramas en el pasado era que siempre había que seguir el rastro del dinero. Antes o después, la posición, el poder, la influencia, aterrizaban en una cuenta de una entidad opaca en un paraíso fiscal a nombre de un testaferro o de una entidad pantalla que mantenía en el anonimato a los auténticos beneficiarios del chanchullo. Por eso volvió a repasar los nombres detrás de las empresas, los países en los que realmente se declaraban los negocios o el origen de los bienes y servicios objeto de los contratos. Así es como había encontrado las incongruencias de Gobiernos que ante la opinión pública se vendían como orgullosos protectores de la justicia mientras financiaban con sus acuerdos a los mismos a los que pedían hacer frente. Cuando daba con todas aquellas realidades incómodas, siempre le venía a la mente la frase "haced lo que yo digo, no lo que yo hago" que había escuchado en su casa desde pequeño cuando su padre se quejaba frente al televisor por el escándalo de turno.
Pero por más que repasaba los datos, no daba con nada que fuera ilegal ni sospechoso de serlo. Todo lo que veía, ya lo tenía clasificado de antes como llamativo o interesante. Dejó a un lado la documentación oficial y se centró en las noticias que venían adjuntas en el archivo. Un camión en Niza en 2016, la Sala Bataclán, varias terrazas y restaurantes en los alrededores de un estadio, las oficinas de la revista 'Charlie Hebdo' tiroteadas en París en el 2015, los mercados navideños en Berlín y Magdeburgo, la explosión en el concierto en Manchester o la furgoneta de Las Ramblas en Barcelona en el 2017. Aquello era una recopilación de sucesos terribles y dolorosos que habían conmocionado a toda Europa y por los que las medidas de seguridad se habían multiplicado, reduciendo la libertad y alimentando el miedo y el odio a partes iguales. A Gilbert se le revolvía el estómago sólo de pensarlo. Miraba aquellas portadas y se preguntaba quién podría lucrarse con algo así. Era horrible. Fue entonces cuando advirtió una noticia en un pequeño recuadro de un diario español de 2017. "El oro que el Gobierno malvendió hace 10 años, hoy valdría más del doble." Cayó en la cuenta de que no todos los negocios se pagaban con divisas. Se le abrió un nuevo hilo del que tirar.
En el hilo sonaba Franz Ferdinand
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