... habitual (III).
Capítulo 3.
Cientos de periodistas acreditados de medios audiovisuales de todo el mundo se agolpaban a la entrada principal del recinto ferial de IFEMA. Se inauguraban las jornadas de la Cumbre Internacional sobre Seguridad que reunirían durante toda una semana a varios mandatarios europeos en la Villa de Madrid. Una interminable hilera de furgones de policía copaba los espacios de aparcamiento de las calles aledañas a los pabellones e innumerables coches oficiales adornados con las bandearas de cada país eran escoltados por motos que hacían resonar sus sirenas abriéndoles paso entre el tráfico diario. Recorrían la ciudad arriba y abajo, durante buena parte del día, desde los hoteles de cinco estrellas del centro hacia las localizaciones de las reuniones y de los distintos eventos que estaban organizados. Los flashes, las entrevistas, las aperturas de los telediarios, las tertulias radiofónicas... El interés, el foco mediático y la atención del público estaban centrados sobre todos ellos.
Gilbert era uno de esos profesionales. Aunque sus credenciales le permitían formar parte de la primera línea por la que desfilaban sonrientes todos aquellos Jefes de Gobierno, su interés no estaba en los comentarios ni en las declaraciones oficiales, sino más bien en lo que había detrás de todo ese escaparate de negociaciones. Él andaba buscando otra noticia. La de los empresarios que se lucraban de que el mundo no fuera un lugar en paz y de que el miedo creciente no se apaciguara sólo con gestos diplomáticos y buenas palabras. Aquella mañana estaba cubriendo el expediente porque él sabía que los verdaderos protagonistas se moverían por la ciudad sin custodias oficiales ni luces estroboscópicas que les despejaran el camino.
En el hilo sonaba Hollow Coves
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