El cliente

... habitual (II).


Capítulo 2.

Empujó la pesada puerta de cristal esmerilado que daba acceso a la zona común apoyando el peso de su cuerpo. Asomó la cabeza y miró a ambos lados como quien cruza una calle entre coches estacionados y, segura de la ausencia de tráfico, recorrió de puntillas el camino hasta el espejo de cuerpo entero situado al final del corredor. Se calzó a la pata coja unos Jimmy Choo de charol con aguja que llevaba en la mano, se retocó el labial rouge premier y se ajustó el liguero al encaje de sus medias negras transparentes. Se giró desde los hombros a izquierda y derecha para darle un último repaso al conjunto completo y se colocó una máscara veneciana con lentejuelas, diamantes de imitación y una falsa flor negra hecha con plumas y pétalos de tela. Todo en orden.

Avanzó por el pasillo como si fuera una pasarela y ella una modelo. Los tacones resonaban con pasos cadenciosos, pausados y consistentes advirtiendo de su presencia. Se detuvo frente a la puerta con el número 3, dio dos golpecitos con los nudillos y entró en la habitación impostando su sonrisa más genuina y cerrando la puerta tras de sí. En el interior, un hombre sumergido en una penumbra formada por oscuridad y humo la esperaba sentado en un sillón, fumando con las piernas cruzadas. Sostenía en una mano un pequeño letrero de dos caras con la foto de ella enmascarada por un lado y en el dorso escrito el nombre de "Hanna". Lo volteaba adelante y atrás sin hacer ningún otro movimiento. Depositó el cartelito sobre una mesa baja junto a un vaso de whisky old fashioned en el que sólo quedaban dos hielos, se incorporó, se acercó a ella y, retirándole el pelo sobre la oreja, le dio un beso en la mejilla.


En el hilo sonaba Echosmith

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