La playa

... nudista.

2º huésped.


Capítulo 1.

Aquel fue un verano distinto en el que Samil, la playa urbana de la ciudad de Vigo, amaneció un día parcelada por largas cintas de plástico rojas y blancas. La idea era tener el arenal organizado de forma que pudiera disfrutarse sin las típicas aglomeraciones de Julio y Agosto pero a ellos, tanta vigilancia de las normas, les invitó a explorar otras opciones por las costas cercanas a la ciudad.

De esa manera encontraron la mejor playa en la que nunca habían estado antes por aquellas latitudes. Tenía una arena blanca coralina, agua turquesa transparente como la de un paraíso tropical, pero estaba fría como la que va de paso en la corriente de un río. Había que caminar a través de un denso pinar para alcanzar su entrada y una escarpada montaña de roca protegía uno de sus extremos. 

Aquel lugar era un sueño. Sin embargo pronto se dieron cuenta de que tendrían que pagar un pequeño peaje para disfrutarla: la playa era nudista.


En el hilo sonaba José González

El despertar

... de la mente (XII).



Capítulo Final.

El marinero estaba entregado a su boca y se movía adelante y atrás con contundencia. Apoyó las manos en su garganta y empujó con fuerza hasta hacerla sentir un reflejo involuntario. La saliva le salía a borbotones haciendo relucir la polla del marinero y rebosando por sus comisuras. Ella notaba que escuchar sus gemidos le mantenía con la sangre en ebullición.

Ese calor era lava fluyendo de su coño gracias a los movimientos de la lengua de la camarera y a sus dedos que no paraban de resbalar dentro de su vagina meneándose arriba y abajo, flexionándose y estirándose en su interior, obligándola a expresarse con prominentes gemidos ahogados por las embestidas del marinero.

La humedad crecía tanto que las sábanas estaban empapadas en una mezcla de salivas y fluidos. El hombre empujaba con tal fuerza su boca que ella sentía sus testículos golpear su cara con cada acometida. De pronto lanzó un fuerte gruñido y ella sintió el líquido caliente llenándole la boca y rebosando por sus bordes. Esa sensación hinchó todavía más su clítoris y extendió abriendo aún más sus piernas que empezaron a temblar con leves espasmos de sus rodillas. El temblequeo se extendía desde su coño hasta la punta de los dedos de sus pies y volvía hacia arriba recorriendo su vientre hasta el centro de su pecho y sobre todo, dentro de su cabeza. ¡Qué estallido!

Abrió los ojos levemente para volver a reconocerse y encontrarse en su cuarto, sola, desnuda y completamente relajada. El espejo reflejaba su cuerpo atravesado en la cama coronado por sus pezones todavía duros, su entrepierna empapada y sus dedos impregnados de su olor. La luz de la mañana evaporaba un perfume inconfundible por su habitación, como un hálito flotante, una niebla fina en la que podía leerse: "buenos días".


En el hilo sonaba - Imagine Dragons

El despertar

... de la mente (XI).



Capítulo 11.

Mientras ambos rivalizaban por disolverla literalmente ella exploraba el cuerpo del marinero con la máxima curiosidad. Después de besarle bajo el vientre, saborear su polla de la punta a la base y acariciar y lamer con cuidado su escroto, había avanzado por su perineo y se encontraba frente a su ano. Con su miembro bien asido acercó la punta de su lengua al mismo centro a lo que él respondió con un gruñido profundo de placer. De inmediato, se retiró hacia atrás y mirándola entre excitado y sorprendido se cogió la polla para dirigirla a su boca a lo que ella respondió abriéndola de par en par con la lengua fuera.

Era incapaz de concentrarse en un solo placer. Por un lado, la lengua y los dedos de la camarera abriéndola por completo entre sus muslos y por el otro el marinero encendido como un vikingo follándole la boca sin piedad. Abrió los ojos un instante para hacerlos desaparecer y contemplarse en el espejo completamente mojada y abierta acariciándose los alrededores del clítoris con la mano derecha y chupándose a la vez dos dedos de la mano izquierda. Aquella visión de sí misma sobre su cama con la media luz que iluminaba ya toda la habitación la encendió definitivamente. Decidió cerrar los ojos de nuevo y dejarse llevar hasta el final por sus ensoñaciones.


En el hilo sonaba - The Lumineers

El despertar

... de la mente (X).



Capítulo 10.

Aquella figura vista del revés se le ofrecía una y otra vez con pequeñas palpitaciones que la alejaban y acercaban de su cara. La observó moverse un rato más sintiendo las cosquillas que la barba del marinero le hacía por la tripa. Se acercó una mano a la boca y la lamió de arriba a abajo para acto seguido agarrar el miembro del marinero y empezar a moverlo con un ritmo suave pero profundo. Se acercó la punta a la boca y la apretó entre sus labios entreabiertos. Después sacó la lengua y dibujó un círculo alrededor del glande para terminar atrapándolo con sus labios, repasando su lengua por dentro como si de un caramelo se tratase.

Se notaba que el marinero quería seguir horadando su boca pues cada vez que se movía lo hacía con intención de profundizar, pero ella controlaba su miembro bien asido y cuando notaba llegar la arremetida lo liberaba de su boca y simplemente lo recorría con su lengua desde la punta a la base. En uno de esos empujes alcanzó uno de sus testículos, acariciándolo primero con la punta de la nariz, lamiéndolo después, para terminar succionándolo con sumo cuidado mientras no dejaba de mover su mano arriba y abajo.

La camarera y el marinero compartían espacio en su entrepierna y mientras una jugaba con sus dedos dentro de su vagina el otro la rodeaba los labios y besaba su clítoris haciéndola sentir completamente excitada. Aquella figura en su mente la estaba llevando muy cerca de alcanzar el clímax.


En el hilo sonaba - Bruce Springsteen 

El despertar

... de la mente (IX).



Capítulo 9.

La visión y sobre todo la sensación de la camarera abriéndose camino entre sus piernas la tenía completamente entregada pero el marinero no había abandonado la escena. Desnudo también al otro lado de la cama esperaba pacientemente su momento masturbándose lentamente. Ella giró la cabeza buscándole y al verlo preparado extendió el brazo hacia él como queriendo alcanzarle en un claro gesto de invitación.

Él entendió rápidamente las señales y se inclinó para avanzar gateando hacia ella. Con la mano extendida acarició su cara, entremetió sus dedos por su poblada barba y en un arrebato eléctrico, proveniente probablemente de la energía que la camarera estaba demostrando ingles abajo, cerró su mano y tiró de ella hacia abajo provocando el gruñido del marinero. Con sus rostros enfrentados del revés, ella besó primero su frente, luego su nariz y finalmente su boca sintiendo las cosquillas de su barba por toda su cara.

El marinero continuó avanzando por su cuerpo besando su cuello, sus pechos y su vientre sobre su ombligo. Cuanto más descendía él con su boca más le ofrecía su cuerpo a la vez y ella lo iba recorriendo con su aliento y, cuando alcanzaba, también con sus labios y su lengua. Para cuando él alcanzó su pubis ella ya tenía frente a sí la erección impetuosa del marinero.


En el hilo sonaba - Morgan