La playa

... nudista (III).


Capítulo 3.

Él lo tenía bastante fácil. Sólo llevaba una camiseta deportiva de un tono entre amarillo fosforito y verde lima, una gorra color azul desgastado con la visera grana medio raída no por el uso, sino por la moda, y un bañador rojo de marca y estilo surfistas. Le costó menos de medio minuto desprenderse de todo y colocarse sus Rayban con cristales oscuros de tipo espejo que tan bien le iban a venir para mirar disimuladamente alrededor.

Ella llevaba alguna capa más. Primero se deshizo de una camiseta ancha de doble tirante, amarilla y rosa con un estampado en negro de tres palmeras sobre la palabra 'Holliwood' escrita imitando a una rúbrica. Acto seguido se desabrochó el botón del short vaquero con deshilachados y lo fue bajando ladeando la cadera arriba y abajo. Por fin, quedó sólo con un bikini cereza que se había comprado para el viaje. Con un ágil movimiento del brazo por detrás de la espalda desbarató el lazo que anudaba la parte superior. Después, tiró del hilo del lateral de la braguita y la dejó caer como por descuido.

A él, que escondía la mirada tras las gafas de sol, le pareció el gesto más sexi que había visto en mucho tiempo y enseguida notó como su cuerpo también reaccionaba involuntariamente.


En el hilo sonaba - Nil Moliner

2 comentarios:

  1. Los actos más sencillos y espontáneos son los qué más nos llaman la atención.
    Esas gafas no dejan ver el deseo que está experimentando.un saludo.

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    1. Hay ocasiones en las que disimular el deseo se vuelve casi imperativo.
      Muchas gracias!

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