...de la mente (VI).
Capítulo 6.
Esta no era la primera vez que proyectaba sus ensoñaciones. El tiempo y la falta de práctica no habían apagado sus ganas de sentir pero la mayor parte de las veces le había vencido la apatía. No había ninguna persona que la motivara o la hiciera intrigarse lo más mínimo por plantearse algo más y, la verdad, tampoco necesitaba de nadie para descargar su tensión cada vez que se despertaba con ganas. Y esa mañana se estaba desperezando a base de bien.
Cruzó ambas manos por debajo de la cintura y se quitó la camiseta por la cabeza con un gesto rápido quedando por fin totalmente desnuda. Intuyó fugazmente el reflejo de su cuerpo en el cristal de la ventana por un resquicio de la cortina y se giró para observarse mejor en el espejo de pie que tenía cerca de la puerta de su habitación. El cambio de temperatura erizaba su vello al paso de sus dedos que ascendían apenas rozando los costados desde los huesos marcados de su cadera. Su propia mirada recorría también su piel, blanca y salpicada de pequeños lunares por el pecho, las grandes aureolas circundando sus pezones rígidos y exultantes, sus senos redondeados, su cintura estrecha y el vello sin perfilar en pubis y axilas. Se gustaba y quería disfrutarse.
Volvió a cerrar los ojos y a sentir tras ella el cuerpo del marinero. Sus manos recias bajaron del cuello a su pecho amasándolo con firmeza y pellizcando sutilmente sus pezones. También estaba la camarera, desnuda y erguida ahora frente a ella acercaba su boca rosa a la suya con intención de poner ambas en contacto. Le cogió la mano y se pasó dos dedos suavemente sobre los labios hasta que consiguió abrirse paso con ellos dentro de su boca, humedeciéndolos con la lengua y su saliva calientes.
Hilo musical - Ben Howard
La imaginación de esa persona que deseas aunque no este a tu lado a veces es el mejor orgasmo alcanzado .
ResponderEliminarReal o imaginario, lo mejor está en disfrutar del camino.
EliminarMuchas gracias!